El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se mantiene firme: el Gobierno amenaza con una intervención militar para frenar las protestas en el país. La Policía inspecciona las casas, hay cientos de detenidos, y los médicos se movilizan. El ministro de Interior lanza una adventencia: aquellos que participen en manifestaciones no autorizadas serán perseguidos.